6 estrategias para frenar el robo hormiga en tu ferretería

¡Ah, el famoso robo hormiga! Ese que no hace ruido, pero poco a poco te deja la caja más vacía que bote de resistol en regreso a clases. En las ferreterías, este tipo de robo es más común de lo que crees. Y no, no sólo es cosa de clientes raterillos, muchas veces pasa desde dentro, y eso es lo que más arde.

Pero tranquilo, no se trata de volverse paranoico y poner un guardia hasta en el mostrador. Se trata de aplicar buenas estrategias para que tu mercancía no salga volando sin pasar por la caja. Aquí van unos tips para que tu ferre no sea un buffet libre para los vivos:

1. Cámaras hasta en los tornillos

Literal. Instalar cámaras en puntos estratégicos (como el área de mostrador, pasillos y bodega) puede disuadir a los amantes de lo ajeno. No es que quieras convertir tu ferre en Big Brother, pero créeme que una camarita bien colocada puede hacer que hasta el más mañoso se sienta observado. Y si ya te dieron baje, al menos puedes revisar los videos y ver con lujo de detalle quién fue el que se llevó las brocas como si fueran cacahuates en bolsa escondida.  Así que ya sabes: ojo de águila, grabación lista y cartelito que diga "Sonríe, te estamos grabando... y no es para TikTok".

2. Control de inventario en serio

No basta con "yo sé lo que hay". Usa un sistema de punto de venta que te diga exactamente qué entra y qué sale. Si ves que cada semana faltan 5 martillos y nadie los vendió... ahí hay gato encerrado. Sistemas como Kladi te ayudan a detectar esas fugas sin necesidad de andar buscando entre facturas y cuadernos de venta. Al registrar todas tus entradas y salidas, podrás saber exactamente lo que tienes en tu ferre. 

3. Productos pequeños, atención grande

Clavos, pijas, brocas, llaves Allen... todos esos productos fáciles de meter a la bolsa deben estar bien vigilados. Son pequeños, pero se venden como pan caliente, así que los raterillos los tienen bien identificados. Usa vitrinas cerradas, exhibidores con llave o colócalos cerca del mostrador donde siempre haya alguien atento. Incluso puedes poner letreros de "producto controlado" para dejar claro que esos no se despachan sin supervisión. Que el que se los quiera llevar tenga que pensársela dos veces, porque aquí no es tianguis ni se vale el "me lo echo y nadie vio".

4. Rotación de personal y revisiones sorpresa

No se trata de desconfiar de todos, pero tampoco hay que ser tan confiado. La confianza se gana, pero también se supervisa. Cambia de vez en cuando a las personas que manejan el inventario, rota funciones entre el equipo y no les avises siempre cuándo habrá revisión. Haz auditorías sorpresa, revisa conteos físicos y compáralos con el sistema. Así detectas fallas, evitas vicios y de paso recuerdas que en tu ferre se juega limpio. Porque si siempre son los mismos con el control total, se corre el riesgo de que se les haga costumbre "echarse algo a la mochila" como quien no quiere la cosa.

5. Capacita a tu equipo

Enséñales a detectar comportamientos sospechosos (clientes o compañeros) y a actuar con discreción, sin armar escándalo pero tomando nota mental. Que no anden como policías encubiertos, pero que tampoco sean tan confiados como abuelita prestando tuper. Que sepan que hay protocolos y que todos cuidan lo que es de todos, como una verdadera escuadra bien coordinada (tipo los Avengers, pero con uniforme ferretero). Puedes organizar pequeñas capacitaciones o reuniones rápidas donde les expliques cómo actuar ante ciertas situaciones: un cliente que se pone nervioso cerca de los productos chicos, un compañero que desaparece seguido en hora pico, o incluso si detectan faltantes en su área.  Además, si tu equipo está comprometido y siente que forma parte de algo importante, es menos probable que caigan en tentaciones. Porque nadie se quiere robar algo del lugar donde se siente parte del equipo... a menos que sea la última cheve del refri.

6. Iluminación buena, hasta en la bodega

Un rincón oscuro es el paraíso del que quiere echarse algo a la bolsa sin que nadie lo vea. Asegúrate de tener buena iluminación en toda la tienda: pasillos, anaqueles, mostradores y sobre todo la bodega, que muchas veces es donde más se pierde mercancía "sin querer queriendo". No escatimes en focos o lámparas de techo; una inversión pequeña en iluminación puede ahorrarte muchas fugas. Además, una tienda bien iluminada también mejora la experiencia de compra del cliente. O sea, más claro ni el foco de 100 watts.

El robo hormiga es una de esas fugas que parecen pequeñas, pero cuando las sumas al mes, ya se llevaron lo de la renta, la luz y hasta la birria del domingo.

Ponle ojo, actúa con estrategia y que tu ferretería sea territorio blindado contra los ratas de dos patas.

¡Nos leemos en el siguiente blog!