¡Ay, la competencia! Si de por sí es duro manejar nuestro changarro ferretero y todavía nos salen con esos monstruos como Home Depot o FIX. Pero no hay que arrugarse cuero viejo, que nos queremos para tambor. Con buenas tácticas, un servicio de diez y algo de picardía, podemos darles batalla.
Aquí te van cinco estrategias que te pueden ayudar a competir y salir airoso:
A ver, ¿A poco no te pasa que te confunden con un súper todólogo? La raza llega preguntando desde tornillos hasta cómo arreglar la tubería del baño. Y ahí radica tu verdadera ventaja competitiva: conoces a tu gente casi como si fueran familia. Sabes quiénes son, qué les duele y hasta los chismes del barrio. ¿Por qué no aprovecharlo?
Tú no solo vendes un puñado de clavos o un tubo de PVC, sino una asesoría de cuates. Te preguntan cómo reparar la regadera, y tú, con la mano en la cintura, les explicas el paso a paso, das tips extras para que no hagan un desastre y, de pilón, hasta los orientas en qué marca les conviene más. Ese toque de calidez y cercanía es oro molido porque crea lazos de confianza.
Ofréceles lo que de verdad necesitan. A veces llegarán con ideas locas o sin saber siquiera el nombre exacto de la herramienta, pero si tú sabes leer sus necesidades, los orientarás mejor que nadie. Con un buen consejo y sin hacerse del rogar, te conviertes en el compa que les resuelve. Ya lo dice el refrán: “Gallina que no cacarea, no pone huevo” — presúmeles de tu conocimiento, haz sentir especial a tu cliente y verás cómo te vuelves indispensable en su día a día.
Cuando un cliente entra a tu ferretería, lo primero que debe sentir es que su problema es tu prioridad. Muéstrale que entiendes lo que necesita y que estás dispuesto a ayudarlo a resolverlo de principio a fin. Olvídate de esa frialdad de las grandes cadenas, donde ni conocen sus propios productos ni se toman la molestia de explicarlos. Aquí, cada persona cuenta y cada duda importa. Un saludo amistoso, una orientación genuina y uno que otro chascarrillo hacen la diferencia.
Si te tomas el tiempo para entender su proyecto completo —desde la tubería rota hasta la herramienta adecuada— el cliente sabrá que buscas ayudarlo a tener éxito, no solo venderle algo al vapor. Proponle alternativas, explica a detalle cómo usarlas y pon ejemplos reales de lo que te ha tocado ver; así entenderá que tu consejo está bien pensado. Recuerda: si el cliente se siente valorado y comprende que tu meta no es solo vender, sino acompañarlo en su solución, ganaste un aliado de por vida.
Arma paquetes sencillos. ¿Van a impermeabilizar? Les metes la cubeta, la brocha, unos protectores para no regar pintura por doquier y un refresquito para el calorón. Un extra que les sepa a servicio premium. Así le pones sabor al caldo, como quien dice, “haz de la caricia algo que enamore”. A veces, lo más simple es lo que más se agradece.
Pero también puedes diseñar combos para otros proyectos: un kit de plomería que incluya llave de tubo, rollos de teflón, sellador y hasta un manualito rápido de "cómo no inundar la casa". La idea es que el cliente sienta que cubres su necesidad al 100%, con el plus de tu ayuda experta. De paso, le das ideas claras para que no se vaya con la competencia y termine comprando lo que ni buscaba. Como dicen, “el que da primero, da dos veces”: si anticipas lo que necesitan, tu ferretería será su primera opción.
Las redes sociales no muerden, y ahora son el escaparate perfecto para que vendas directamente. Sí, está padre hacer un Facebook Live mostrando cómo usar la pistola de silicón o un video en TikTok con la nueva línea de pinturas; sin embargo, enfócate en que esos videos y posteos lleven a una compra real. Comparte ofertas claras, links para realizar pedidos en línea y muestra paso a paso cómo se recibe el producto, para que la gente vea qué tan fácil es comprar en tu ferretería.
Crea catálogos digitales con fotos de tus herramientas estrella y publícalos en Facebook, Instagram o en tu grupo de WhatsApp. Ofrece la opción de pago con tarjeta o transferencias. Si tu público es más del barrio, anímalos a encargar su pedido y luego pasarlo a recoger. Y no olvides darle calor humano al asunto: contesta dudas con rapidez, manda saludos personalizados y agradece sus compras con un “¡Gracias por confiar en nosotros, compa!”
Además, organiza rifas o dinámicas en línea que incentiven la compra: “Por cada 500 pesos de compra en la ferretería, te llevas un boleto para el sorteo de un kit de herramientas”. O lanza ventas flash donde, si te compran tal producto en cierto horario, tienen un descuento especial. Así la gente estará al pendiente de tus redes y aprenderá que no hace falta ir hasta tu local para surtirse; pueden hacer todo con unos cuantos clics.
Una buena opción para que tu ferretería compita con los grandotes es implementar un sistema Punto de Venta (POS). Así no andas corriendo tras las ventas con papel y lápiz, cual siglo pasado. Con un software especializado, puedes registrar tus ventas, llevar el control de inventario y agilizar el cobro; incluso es posible rastrear las compras de tus clientes frecuentes. De un jalón sabrás cuáles productos se venden más y en qué horarios, lo que te ayudará a crecer más rápido.
Tampoco creas que es complicado: existen soluciones como Kladi que te permiten empezar a cobrar desde el primer día, y son súper fáciles de usar. La idea es dejar la chamba pesada a la tecnología, mientras tú pones la buena cara. Con un sistema como Kladi te luces en la atención al cliente y dejas a la compu el resto. ¡Más práctico, imposible! Tendrás datos certeros, control total de tu ferretería y un servicio de primera: el combo perfecto para expandir tu negocio con menos tiempo y esfuerzo.
No se trata de querer ser el Home Depot con pasillos eternos, ni de competir regalando tus productos. Se trata de jugar tus cartas: cercanía, conocimiento, servicio y ese sabor de “Aquí te echamos la mano de compas”. Mientras ellos van tras las grandes ventas al mayoreo, tú conquistas la confianza de tus vecinos con un trato de primera. ¡A salir con todo a la competencia!